Hay algo que me une muy fuerte a la cerámica. De muy chica iba a un taller, moldeaba las piezas, el típico cenicero para mi papá (que nunca fumó) o el porta anillos para mi mamá.

En el 2014 me volví a encontrar con la cerámica pero de una forma diferente, pintándola. Me volví a separar por diferentes circunstancias. Hasta que en el 2019 me reencontré de una manera que me permite desconectarme del mundo, donde puedo decir que es mi cable a tierra.

Y así van surgiendo esas piezas hermosas por las que muchos me preguntan. Les cuento que hoy en día el bizcocho cerámico (es la pieza blanca, con una sola cocción. Sí, como lees, las piezas requieren varias cocciones hasta que quedan listas. Por eso son artesanales, llevan mucho tiempo y mucha dedicación.) Aun no las hago, por falta de tiempo pero quizás en cualquier momento le haga un lugarcito. Aunque les digo un secretito, ya estuve probando, y me encanta como aquella primera vez. Es una sensación increíble donde te sentís parte. Siempre hay lugar y tiempo para las cosas que nos gustan.

Te cuento que para ocasiones y fechas especiales voy a crear pequeñas cápsulas con piezas únicas.